Minería: tiempo de sembrar

Según cálculos del IPE, desde inicios del 2020, la inversión minera debería estar acumulando un crecimiento de 8 puntos porcentuales por encima de lo observado hasta el tercer trimestre del 2021.

La minería ha jugado un papel muy importante en el “milagro” de crecimiento económico peruano que sacó de la pobreza a millones de ciudadanos en los últimos 30 años.

Durante los últimos 10 años, la actividad minera ha sido uno de los principales motores de crecimiento en el Perú al representar alrededor del 10% del total de la producción nacional, casi el 60% de las exportaciones, y el 16% de la inversión privada.

Dado el enorme potencial geológico del Perú, los altos precios internacionales de los metales representan una oportunidad imperdible para atraer nuevas inversiones mineras que aseguren un crecimiento inclusivo a mediano plazo. Sin embargo, el clima de incertidumbre política y el riesgo de cambios en las reglas de juego estarían frenando las perspectivas del sector.

Importancia de la minería

La minería ha contribuido al crecimiento económico de nuestro país, aportando a las finanzas públicas más del 16% de la recaudación total del impuesto a la renta (IR) y el 8% de los ingresos totales del gobierno general.

Ha aportado, de forma directa, cerca de 92 mil millones de soles a las finanzas públicas durante la última década, influyendo IR, canon, regalías y demás cargas tributarias mineras.

Un ejemplo de los efectos positivos que la minería genera, no solo sobre la demanda de trabajo del sector sino sobre el resto del mercado laboral, lo constituyen los últimos proyectos construidos en Apurímac, Arequipa, Junín y Cusco, regiones que concentraron entre el 2010 y 2015 poco más de la mitad (54%) de la inversión a nivel nacional. Según cálculos del MEF (2019), durante este periodo el empleo creció 8.4%, en estos departamentos, una tasa casi 5 puntos porcentuales por encima de la registrada en el resto de regiones fuera de Lima

Vientos externos favorables

Uno de los aspectos que ha caracterizado al contexto económico internacional en los últimos dos años ha sido el significativo aumento registrado en las cotizaciones de materias primas como los metales. El precio del cobre, por ejemplo, ha alcanzado en el 2021 su nivel más alto del cual se tenga registro al acumular una cotización promedio a lo largo del año de US$/lb 4.21, lo cual representa un aumento de 56% respecto a los niveles alcanzados entre el 2016 y 2020.

Para el Perú, la tendencia al alza en el precio de los metales configura un escenario favorable para la puesta en valor de su potencial minero, ya que eleva la rentabilidad de proyectos de inversión orientados a la exportación de estos productos hacia los mercados internacionales. En episodios previos de altas cotizaciones de los principales productos de exportación, esto se ha traducido en un mayor crecimiento de las inversiones realizadas en el sector minero.

En la actualidad, las cotizaciones de los metales se sitúan en niveles muy atractivos que deberían incentiva el desarrollo de nuevos proyectos mineros. Sin embargo, la inversión en este sector no muestra el grado de dinamismo que se esperaba con los precios de exportación del país en su pico más alto del cual se tiene registro en los últimos 6 años.

Según cálculos del IPE, con el incremento mostrado por las cotizaciones internacionales de los productos de exportación desde inicios del 2020, la inversión minera debería estar acumulando hasta el tercer trimestre del 2021 un crecimiento 8 puntos porcentuales por encima de lo observado.

Riesgos e incertidumbre local

Si bien los altos precios de los metales generan las condiciones necesarias para desatar un nuevo ciclo de inversiones mineras en el país, estas no serían suficientes. Los incentivos que brindan los altos precios de los metales vienen siendo opacados por la gestación en el ámbito local de un clima de elevada incertidumbre y alto riesgo para el desarrollo de nuevos proyectos mineros.

El caso más reciente lo representa el proyecto Las Bambas, que anunció la suspensión de sus actividades ante el continuo bloqueo de las vías de acceso a sus yacimientos. Las repercusiones económicas de este anuncio serán significativas, en la medida de que Las Bambas es una de las 10 minas de cobre más grandes del mundo y representa aproximadamente el 15% de la producción total de este mineral en el Perú.

Se estima que las pérdidas para la economía nacional ascenderían a US$ 9.5 millones diarios, y se dejarían de percibir cerca de US$ 3-4 millones por día en recursos fiscales. Asimismo, si la inoperatividad de Las Bambas se prolongase por todo el 2022, el PBI de Apurímac caería, por lo menos, en 60%, ocasionando un retroceso de casi una década en sus niveles de PBI por habitante

Propuestas

Un adecuado aprovechamiento de las oportunidades que brinda la reciente alza de los precios internacionales de los metales requiere de una modernización del marco regulatorio del sector minero.

La promoción de nuevas inversiones en exploración, por ejemplo, podría verse favorecida si es que las Fichas Técnicas Ambientales (FTA) de estos proyectos son aprobadas automáticamente, sujetas a fiscalización posterior y previa entrega de una garantía que remedie cualquier posible impacto causado por estas operaciones.

El clima de inversión minera requiere también de la implementación del Análisis de Calidad Regulatoria (ACR) y un plan de desarrollo de capacidades de todas las entidades involucradas en la cadena de valor del sector como el MEM, el IPEN, el INGEMMET, entre otros. Asimismo, el fortalecimiento de la Ventanilla Única de Digital creada por el MEM podría contribuir a sistematizar, unificar y mejorar la coordinación en la realización de procedimientos administrativos requeridos por los inversionistas para el desarrollo de nuevos proyectos en el sector.

La minería es un pilar indispensable en el desarrollo del Perú y, al ser uno de los países con mayor potencial geológico del mundo, aún estamos lejos de llegar al pico de producción. Aprovechar el potencial minero mientras dura el ciclo y asegurar un crecimiento sostenido e inclusivo en beneficio de todos los peruanos requiere de medidas correctas, no fáciles.